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#262 Stephen Law Habla sobre la no-existencia de Jesús de Nazaret

December 24, 2013
Q

En su blog, el ateo filósofo Stephen Law formuló el siguiente argumento escéptico en contra de la existencia de Jesús:

1. Las afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias. A falta de evidencias extraordinarias hay excelentes razones para estar escéptico acerca de las afirmaciones.

2. No hay evidencias extraordinarias para cualquier cosa divina/milagrosa en los documentos del Nuevo Testamente.

3. Por lo tanto (de la 1 y la 2), hay excelente razón para estar escéptico acerca de esas afirmaciones extraordinarias.

4. Donde el testimonio/documentos combinan las afirmaciones cotidianas o comunes y extraordinarias y hay excelente razón para estar escéptico acerca de las afirmaciones extraordinarias, entonces hay muy buena razón para estar escéptico hasta de las afirmaciones cotidianas o comunes, por lo menos hasta que tengamos alguna evidencia independiente muy buena de la verdad.

5. El Nuevo Testamento combina las afirmaciones extraordinarias y las cotidianas o comunes acerca de Jesús.

6. No hay evidencia independiente muy buena ni siquiera para las afirmaciones cotidianas o comunes acerca de Jesús (por ejemplo, de que él haya existido).

7. Por lo tanto (de la 3, 4, 5 y 6), hay razón muy buena para estar escéptico acerca de si Jesús existió.

Me gustaría saber su opinión acerca de este argumento. Pienso que un número de premisas tienen problema tanto filosófica como históricamente. Por ejemplo, la premisa 6 parece ser falsa sobre bases puramente históricas (fuentes independientes, inclusive fuera del Nuevo Testamente, atestiguan la crucifixión de Jesús, lo cual implica su existencia. Y por cierto, la crucifixión es una afirmación muy “cotidiana” en el tiempo de Jesús).

Mis mejores deseos,

Mary

  • Venezuela

Dr. Craig

Dr. craig’s response


A [

Te acordarás que este asunto surgió por corto tiempo en mi debate con Stephen Law en Central Hall, Westminster, el pasado octubre. En respuesta a mi afirmación de que el “Dr. Law recientemente ha defendido la afirmación de que Jesús de Nazaret nunca existió,” Law respondió de la siguiente manera:

Law: A propósito, nunca dije que nunca había argumentado que Jesús no existió.

Craig: No, yo dije que defendiste la afirmación. Tuve cuidado de eso.

Law: ¿De qué? ¿De que Jesús no existe?

Craig: De que—yo dije que defendiste la afirmación—algo al efecto de eso—de que Jesús de Nazaret no existió.

Law: No.

Craig: En tu argumento que se encuentra en tu artículo Faith and Philosophy [la Fe y la Filosofía], 1 tú das un argumento de siete puntos—

Law: Sí […] esa no es mi visión. Mi visión es—El argumento que dí en esa pieza en la revista Faith and Philosophy [La Fe y la Filosofía] era que parece que hay un buen caso filosófico para permanecer neutro. Quiero decir que simplemente no podemos estar seguros que sea de una manera o la otra y para nada es la misma cosa que defender la visión de que no era un individuo histórico.

Craig: ¡Está bien! Así que un agnosticismo acerca de la realidad de Jesús […] ¡Está bien!

Aun si la última posición de Law es un agnosticismo acerca de la existencia de Jesús—en sí una posición indefensible—, es evidente que su agnosticismo está basado en el éxito del argumento mencionado arriba para estar escéptico de que Jesús haya alguna vez existido.

Cuando encontré ese artículo por primera vez en la preparación para mi debate, mi primer pensamiento fue que sólo una revista de filosofía publicaría una pieza como esa. Ese artículo nunca hubiese pasado una evaluación de pares para una revista del Nuevo Testamento o de estudios históricos. Inclusive un escéptico radical como Bart Ehrman rescata los supuestos “miticistas”, quienes afirman que no tenemos buena evidencia de que Jesús de Nazaret haya sido una persona real:

Pocos de estos miticistas son en realidad académicos entrenados en la historia antigua, religión, estudios bíblicos y otras áreas afines, y mucho menos en las lenguas antiguas que generalmente se consideran importar a las personas que quieren decir algo con cierto grado de autoridad sobre un profesor judío que (supuestamente) vivía en Palestina del primer siglo[...]Pero incluso teniendo esto en cuenta, no hay un solo miticista que enseñe el cristianismo del Nuevo Testamento o el Cristianismo Primitivo o inclusive los Clásicos en alguna institución acreditada de educación superior en el mundo occidental. Y no ha de extrañarse por qué. Esas visiones son tan extremas y tan poco convincentes para los 99.99 % de los verdaderos expertos, que tiene la misma probabilidad que cualquier persona que las sostenga pueda conseguir un trabajo de enseñanza en un departamento establecido de religión que un “creacionista de seis días” lo pueda obtener en un departamento confiable de biología. 2

El argumento de Law para un escepticismo acerca de Jesús no sería tomado de una manera seria por los eruditos históricos fiables.

¡No me extraña! Casi todas las premisas en su argumento no están justificadas o son falsas. Por ejemplo, tomemos la (1):

1. Las afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias.

Eso suena como algo que tiene tanto sentido común, ¿No es así? Pero de hecho es demostrablemente falso. Los teóricos de la probabilidad que estudian qué tipo de evidencia se tomaría para establecer un acontecimiento altamente improbable llegaron a darse cuente que si uno simplemente sopesa la improbabilidad del acontecimiento en contra de la fiabilidad del testimonio, tendríamos que estar escépticos de muchas de las afirmaciones que comúnmente aceptamos. Más bien, lo que es crucial es la probabilidad que deberíamos tener la evidencia que tenemos si el acontecimiento extraordinario no había ocurrido. 3 Eso puede compensar fácilmente cualquier improbabilidad del acontecimiento mismo. En el caso de la resurrección de Jesús, por ejemplo, eso quiere decir que también nos debemos preguntar, “¿Cuál es la probabilidad de los hechos de la tumba vacía, de las apariciones post-mortem y del origen de la creencia de los discípulos en la resurrección de Jesús, si la resurrección no hubiese ocurrido?” Es altamente, altamente, altamente improbable que deberíamos tener esa evidencia si la resurrección no hubiese ocurrido.

Y ¿Qué podemos decir de la (2)? Supongo que depende de lo que quieres decir por “extraordinaria”, pero la evidencia para los hechos de la tumba vacía, las apariciones post-mortem de Jesús y para el origen de la creencia de los discípulos es de tal manera que la mayoría de los eruditos, inclusive los críticos radicales como Ehrman, están convencidos de la historicidad de esos hechos. Además, no hay teoría naturalista que se haya propuesto como una explicación de esos tres hechos, lo cual ha obtenido la lealtad de un número significativo de eruditos. De modo que la evidencia para el milagro central del Nuevo Testamento es muy extraordinario—a pesar de que, como se menciona arriba, eso no es un prerrequisito del veredicto de la historicidad.

Sospecho que la premisa (4) tiene poco de que elogiarle. Podríamos ser cautelosos en esos casos--¿pero escépticos? Las leyendas mezclan afirmaciones históricas sin ningún milagro histórico, y la presencia de los milagros no implica que deberíamos rechazar la historicidad de las afirmaciones cotidianas o comunes.

Pero la premisa (6) es la que es más obviamente falsa en el argumento. Con respecto a la evidencia extra-bíblica, Law está mal-informado. Jesús se menciona en fuentes antiguas como Tácito, Josefo, Mara bar Serapio y las fuentes rabínicas judías. Si estás interesado en leer estas fuentes, Robert Van Voorst ha coleccionado estás fuentes en su libro Jesus outside the New Testamento [Jesús fuera del Nuevo Testamento]. 4 No hay razón para pensar que todas estas fuentes son dependientes exclusivamente de la tradición cristiana. Por ejemplo, según Van Voorst “la redacción de casi cada elemento” del texto original de Josefo “indica que Josefo no lo extrajo, directa o indirectamente, de los escritos cristianos del primer siglo”. 5

Pero aun, lo que Law no aprecia es que las fuentes en el mismo Nuevo Testamento con frecuencia son independientes la una de la otra, de modo que tenemos evidencia independiente para muchos de los hechos cotidianos, sin hablar de los acontecimientos milagrosos de la vida de Jesús. Es precisamente ese testimonio independiente, temprano y múltiple de muchos de los acontecimientos de la vida de Jesús que ha persuadido o convencido a eruditos históricos de la historicidad de muchos de los acontecimientos que se encuentran en los relatos del Evangelio. Por ejemplo, tenemos referencias de la sepultura de Jesús en cinco fuentes independientes e indicaciones del descubrimiento de su tumba vacía en no menos de seis fuentes independientes, lo cual es algo verdaderamente muy extraordinario.

Pero hay más razones para negar (6):

El Principio de la Causa Suficiente: Law dice que Alejandro el Grande debe haber existido debido a la dinastía militar que dejó en su legado. Pero de la misma manera, Jesús debe haber existido debido al movimiento cristiano del primer siglo que dejó en su legado. Los intentos de explicar ese movimiento de una manera mitológica han fracasado.

La Vergüenza: Las expectativas mesiánicas judía no incluían una idea de un Mesías Davídico quien, en lugar de expulsar los enemigos de Israel y establecer el trono de David, iba a ser ejecutado vergonzosamente por ellos como un criminal. La crucifixión de Jesús fue algo con lo que la iglesia primitiva luchó para vencer, no fue algo que ellos se inventaron. La crucifixión es un dato sobre el cual todos los eruditos históricos, hasta los más radicales, están de acuerdo.

La Arqueología: Law acepta la historicidad de Alejandro el Grande parcialmente debido a la evidencia arqueológica para la dinastía que él fundó. Pero ¿Qué acerca de Jesús? La Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén tiene una afirmación histórica muy fuerte por ser construida sobre la tumba real de Jesús de Nazaret. En los años del 326-28 Helena, la madre del emperador Constantino, hizo un viaje a Palestina. Al llegar a Jerusalén, preguntó de donde se encontraba la tumba de Jesús. Los residentes de allí le señalaron un lugar donde había estado situado un Templo a Afrodita por más de un siglo. Aquí tenemos una tradición muy antigua referente al lugar de la tumba de Jesús, el cual se da como probable por los hechos de que (i) el lugar que se identificó estaba dentro de los muros que existían en Jerusalén, a pesar de que el Nuevo Testamento dice que el sitio estaba afuera de los muros. Las personas no se daban cuenta de que donde estaba el lugar, en efecto, estaba afuera de los muros originales porque desconocían el lugar donde estaban los muros originales. (ii) ¡Cuando Constantino ordenó que se destruyera el templo y que se excavara el sitio, he aquí, profundizaron y encontraron una tumba! Pero si esta es la misma tumba de Jesús, entonces tenemos evidencia arqueológica para su existencia.

En resumen, el argumento de Law no es un argumento bueno. El escepticismo o aun el agnosticismo acerca de la historicidad de Jesús de Nazaret no tiene base. Como Ehrman concluye, “Nos guste o no, Jesús verdaderamente existió”. 6

Referencia:

1 Stephen Law, “Evidence, Miracles, and the Existence of Jesus,” [Evidencia, Milagros y la Existencia de Jesús] Faith and Philosophy 28 (2011): 29-51.

2 Bart Ehrman, “Did Jesus Exist?” [¿Existió Jesús?] Huff Post (March 29, 2012); http://www.huffingtonpost.com/bart-d-ehrman/did-jesus-exist_b_1349544.html. La pieza de Ehrman provocó una respuesta enfurecida de parte Richard Carrier la cual es digna de ser evaluada por su fuerte crítica: http://freethoughtblogs.com/carrier/archives/667. Carrier comete un número de metidas de patas, las que son señaladas con sobriedad por el erudito de Butler University James McGrath:: http://www.patheos.com/blogs/exploringourmatrix/2012/03/responding-to-richard-carriers-response-to-bart-ehrman.html.

3 Véase el relato muy bueno de S. L. Zabell, “The Probabilistic Analysis of Testimony” [El Análisis Probabilístico del Testimonio], Journal of Statistical Planning and Inference 20 (1988): 327-54.

4 Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans, 2000.

5 Ibid., p. 102; por ejemplo, el uso de “Cristo” como un título, no un nombre propio; “hombre sabio”, “tribu”.

6 Ehrman, “Did Jesus Exist?” [¿Existió Jesús?]

- William Lane Craig