back
05 / 06
bird bird

#444 La Responsabilidad Moral y Emocional de Rechazar a Dios

March 13, 2015
Q

¡Hola Dr. Craig!

Me gustaría agradecerle por su trabajo, ¡usted en verdad me ayudó mucho! Le escribo en un periodo de gran duda y de lucha espiritual. Por varios años, mi fe está yendo por alta y baja y eso se ha convertido en algo realmente agotador. Yo encuentro que sus argumentos son muy convincentes, pero con lo siguiente fue donde mi fe golpeó la pared: con el problema del mal.

Yo estaba meditando sobre el horror del sufrimiento en las vidas de algunos de los miembros de mi familia y simplemente no lo entiendo. ¡Uno de ellos incluso rechazó a Dios! Conozco la defensa del libre albedrío de Alvin Plantinga, pero no puedo decirles a las personas que están siendo golpeadas por la vida: "Bueno, eso es simplemente un problema emocional, tú no sabes (ni puedes saber) las razones que Dios tiene para permitirlo”. De hecho, yo diría que recibiría esta respuesta: "No me importa qué tipo de problema es, cuando veo a mi niño muriendo no puedo creer eso. No sabes lo que es la vida, ¡eres demasiado joven e ingenuo!" No tengo nada que decirles a ellos, ni les puedo culpar por rechazar a Dios. Realmente, ¿cómo puedo hacerlo? Esa no es mi pregunta, entiendo la defensa del libre albedrío.

Mi pregunta es: ¿cree usted que las personas que rechazan a Dios en base a lo emocional (debido al sufrimiento que están pasando) irán al infierno? Creo que muchas personas que rechazan su fe, la rechazan debido sólo a eso. ¡Esa es una gran cantidad de personas! ¿Cómo puedo culparlas si la carga que llevan es demasiado pesada? ¿Por qué Dios permitiría un sufrimiento tan grande que vaya más allá de la razón de uno y que deje a uno con un rechazo emocional?

Además, ¿es el libre albedrío digno de eso? Me parece que el 90% de todas las personas tienen que ir al infierno por toda la eternidad. Entonces, ¿cómo es Dios todo-bondadoso y todo-amoroso si creó un mundo permeado por el mal y donde la mayoría de las personas que él creó tienen que ir al infierno? Usted puede decir que todos merecemos el infierno (lo cual es cierto), ¡pero Él nos creó susceptibles al pecado! Él también sabía que nosotros lo íbamos a rechazar. ¿No pudo él crear el mundo de criaturas libres, pero también hacer algo como ordenar que las estrellas en el cielo tengan una forma de cruz y que debido a algunas reacciones una vez al año, en la Pascua [por ejemplo], ellas brillen con colores diferidos o algo parecido? ¿No sería eso algo digno de la salvación incluso sólo para una persona que sin hacer eso? Muchas más personas se salvarían, creo yo. Es por eso que estoy pasando trabajo. La mayoría de los verdaderos cristianos también tienen dudas de vez en cuando. Hay muy pocas personas que no titubean, ya que es difícil creer cuando uno ve todo eso.

Dr. Craig, esto a veces me mantiene despierto toda la noche. A veces se me olvida por varios meses, pero tengo que enfrentar esas preguntas y necesito una respuesta. Le tengo un gran respeto a usted y espero que usted pueda proporcionar una respuesta o consejo sobre cómo lidiar con esto.

Anon.

  • - country not specified

Dr. Craig

Dr. craig’s response


A [

Anon., tú planteas un rollo de diferentes preguntas que necesita ser desenredado para que se pueda responder. Comencemos desde el principio.

Dices que tú “conoces la defensa del libre albedrío de Alvin Plantinga”, pero no estoy seguro de que realmente haya entendido la respuesta de Plantinga al problema del mal. Como mínimo, necesitas algunas lecciones en consejería pastoral. Tienes razón de que Plantinga hace una diferencia entre el problema intelectual del mal y el emocional. El primero de estos yace en el área del filósofo y el segundo en el área del pastor. Sin embargo, la razón por la cual él hace esa diferencia es para que tú puedas responder de una manera más apropiada y sensible a la persona con la que estés conversando. Una vez tú disciernes que una persona está teniendo dificultad con el problema emocional del mal, tú no le digas, “bueno, eso es simplemente un problema emocional, tú no sabes (ni puedes saber) las razones que Dios tiene para permitirlo”. ¿Es de esa manera que Plantinga responde al problema emocional del mal? ¡Por supuesto que no! Él responde hablando de cómo Dios, como nuestro Padre Celestial, sufre con nosotros, comparte y entiende nuestro dolor. Él dirige la atención de las personas hacia la cruz y al sufrimiento de Cristo por nosotros como una fuente de consuelo. Si en vez tú encuentras que “no tengo nada que decirles”, eso sólo demuestra que tú no has entendido la respuesta de Plantinga. La Defensa del Libre Albedrío tiene el objetivo de ser una respuesta para el problema intelectual y no para el problema emocional del mal. Tú respondiste al problema emocional como si fuera el problema intelectual y por eso pasaste por una persona despectiva e insensible. ¡Fue para evitar ese paso en falso que Plantinga hizo la diferencia entre los dos problemas en primer lugar!

Esto nos lleva a tu verdadera pregunta: ¿cómo pueden, las personas que rechazan a Dios por razones emocionales, ser responsables moralmente por su incredulidad? Estás planteando la misma pregunta acerca de la culpabilidad de la incredulidad que fue planteada la pregunta de la semana pasada (#443). En esa pregunta, la pregunta trataba con alguien que rechaza a Dios por razones racionales; aquí se trata de alguien que rechaza a Dios por razones emocionales. En ambos casos, creo yo, la respuesta es la misma: uno es culpable de la incredulidad, ya que en última instancia la incredulidad no se debe a factores intelectuales o emocionales, sino a la resistencia del testimonio del Espíritu Santo, el cual es el propio testimonio de auto-autenticación de Dios de sí mismo. Nunca te olvides: Dios ama a todas las personas que Él ha creado y quiere que esas personas vengan a conocerle. Por medio de Su Espíritu Santo, el Dios omnipotente puede superar cualquier obstáculo racional o emocional que exista para llegar a una fe en Él. Por lo tanto, la incredulidad es, en última instancia, inexcusable. Lo que Dios no va a hacer es abrumar o dominar la libertad de una persona para hacer que él o ella tome una decisión inexcusable.

Preguntas: “¿Por qué Dios permitiría un sufrimiento tan grande que vaya más allá de la razón de uno y que deje a uno con un rechazo emocional?" Como dije en el párrafo anterior, nadie rechaza, en última instancia, a Dios sólo por razones emocionales. ¿Por qué Dios permite que las personas pasen por un dolor tan terrible? Eso sólo es el problema del mal. Échale un vistazo a lo que he escrito acerca de la providencia divina y acerca de Dios permitiendo el sufrimiento terrible en el capítulo 27 de Philosophical Foundations for Christian Worldview [Fundamentos Filosóficos para una Cosmovisión Cristiana] (IVP, 2003). Los propósitos providenciales de Dios para este mundo se logran por medio de lo que sufrimos.

Luego te mueves al problema del particularismo cristiano y al desafío del universalismo: “¿cómo es Dios todo-bondadoso y todo-amoroso si creó un mundo permeado por el mal y donde la mayoría de las personas que él creó tienen que ir al infierno?" Hay una sección completa en este sitio web dedicada a la lucha con este problema: Scholarly Articles: Christian Particularism [Artículos académicos: El Particularismo Cristiano] (también el artículo popular: “How Can Christ Be the Only Way to God?”[¿Cómo puede Cristo ser el único camino hacia Dios?]. Yo defiendo la afirmación de que no es ni imposible ni improbable que Dios haya creado un mundo con un equilibrio óptimo entre los salvos y los perdidos, y que el gozo eterno y la bienaventuranza de aquellos que eligen libremente recibir el amor de Dios no deberían ser evitados debido a aquellas personas que libremente lo rechazarían. Además, como explico en mi respuesta a la pregunta # 439, no creo que estemos en posición alguna para decir con confianza qué porcentaje de la población mundial finalmente se salvará, de modo que tú no deberías ser excesivamente pesimista.

Luego tú preguntas, “¿No pudo él crear el mundo de criaturas libres, pero también hacer algo como ordenar que las estrellas en el cielo tengan una forma de cruz y que debido a algunas reacciones una vez al año, en la Pascua, ellas brillan con colores diferidos o algo parecido? […] Mucho más personas se salvarían, creo yo”. Aquí tú estás planteando la pregunta del ocultamiento de Dios. ¿Por qué Dios no hace que Su existencia sea más obvia? Échale un vistazo a lo que he escrito acerca de esta pregunta en Philosophical Foundations for Christian Worldview [Fundamentos Filosóficos para una Cosmovisión Cristiana] páginas 157-158. No hay razón para pensar que si Dios fuese a hacer que Su existencia sea más evidente, más personas vendrían a tener una relación salvífica con Él. Una mera espectacularidad de parte de Dios no va a traer un cambio de corazón (Lucas 16.30-31). Es interesante que en el Antiguo Testamento se describe a Dios revelándose a Su pueblo con manifiestos milagrosos: las plagas sobre Egipto, la columna de fuego y de humo, la separación del Mar Rojo. Pero, ¿esos milagros produjeron algún cambio duradero en el corazón de las personas? No, Israel cayó en apostasía repetitivamente. Si Dios colocara una cruz fluorescente en las estrellas, más personas pudiera creer que Él existe, eso está bien, pero ¿qué confianza tenemos de que después de cierto tiempo las personas [no] vayan a comenzar a enojarse detrás los anuncios desvergonzados de su Creador e incluso vayan a llegar a resentir esa impertinencia? Me puedo imaginar a las personas diciendo cosas como: “Él pone Su cruz llamativa en el cielo, pero no levantó un dedo para salvar a mi hija”. De hecho, no tenemos forma de saber que en un mundo de criaturas libres en el cual la existencia de Dios sea tan obvia como la nariz en tu cara más personas vendrían a amar a Dios y conocer Su salvación que en el mundo real. Dios sabe qué revelación de Él será la más efectiva en traer personas libremente a un conocimiento salvíficode Él.

Por supuesto, a veces es difícil creer y la mayoría de los cristianos, si son honestos contigo, van a admitir que tienen dudas de vez en cuando. Pero eso esta bien. Aún así podemos orar como el padre que vino a Jesús buscando alivio del terrible sufrimiento de su hijo y gritó: “¡Creo; ayúdame en mi incredulidad!" (Marcos 9.24).

- William Lane Craig