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#354 El Trabajo y la Adoración

January 25, 2014
Q

Dr. Craig,

Quería hacerle una pregunta como alguien que simplemente está curioso acerca del cristianismo. ¿Puede usted explicar lo que considero ser la “T” y la “A” de la vida en el Dios suyo. La “T” es el trabajo y la “A” es la adoración.

La vida es dura. Esto es algo con lo que probablemente estarían de acuerdo todas las personas aparte de los individuos más afortunados, dichosos y ricos. Para la gran y devastadora mayoría de los seres humanos, la vida en su gran parte es un trabajo—con periodos ocasionales de descanso y relajamiento.

Cuando me imagino a un Dios ideal, pienso de uno que sería feliz, alegre, amoroso y uno que habría diseñado nuestro mundo y nuestra vida para que gire alrededor del gozo, exploración, diversión, relajamiento y que proporcione una oportunidad para disfrutarnos los unos a los otros como seres humanos. Sin embargo, entiendo que la Biblia y la vida cristiana consiste en gran parte de simplemente “trabajar” (con los creyentes hablando de “servir” a Dios, casi como los esclavos sirven a un amo) y “adorar” (lo cual me parece concepto que da un poco de miedo).

En primer lugar, en lo referente al trabajo, no entiendo el porqué es prácticamente el centro de toda la vida. Rara vez tenemos tiempo cada día para disfrutar lo básico de la vida, para atender a nuestras relaciones (con nuestras amistades, familiares, hijos, etc.), o incluso para cuidar de nuestra salud. Tenemos que trabajar para sobrevivir. Pero, ¿por qué iría un Dios todopoderoso y maravilloso a diseñar un mundo de esta manera? A veces la vida, como peor, es una labor miserable. ¡Simplemente está llena de trabajo y el Dios de la Biblia se describe como uno que trabajó seis de los siete días antes de por fin tomar un día libre!

En realidad le he escuchado decir en sus debates de que si no existiera el sufrimiento—el cual también podríamos incluir bajo el trabajo—entonces los seres humanos sencillamente se convierten en niñitos engreídos. Y por lo tanto, el sufrimiento o el trabajo puede servir un bien mayor en que hace a las personas ser responsables. Supongo que tengo problema con eso, ya que mientras entiendo que la responsabilidad es una cosa buena, el grado al cual la vida está llena de trabajo monótono y rutinario constante todos los días parece ser asimétrico con cualquier bien que pudiera producir. La mayoría de las personas pueden aprender a ser agradecidos y responsables sin tener que trabajar de un 75% a 85% de su existencia. Pero, además, he observado que muchas personas que trabajan más arduo y por más tiempo en la sociedad con frecuencia lo pueden estar haciendo por orgullo y competencia, como una forma de validar su autoestima (probablemente debido a que ellos no tienen una vida social) o por avaricia.

Luego tenemos la adoración. Esto es algo con lo que también tengo una gran dificultad de entender. ¿Un ser supremo, como Dios, realmente necesita ordenar o inclusive disfrutar de un grupo de sus “seguidores” que le cante una vez a la semana los domingos y que le entonen “alabado sea Dios” para él? Espero que usted no se ofenda, pero honestamente esto me suena como algo un poco temeroso, ya que parece como si al final el cristiano de alguna manera ha de ser un esclavo. Usted está obligado a trabajar y luego hasta “adorar” a este ser superior. ¿La idea de que usted está obligado a adorar a Dios no le molesta o inclusive suena como algo que da miedo, Dr. Craig?

Espero que usted no se ofenda por mis preguntas, pero estos son sentimientos genuinos que tengo cuando considero el cristianismo y la vida en general desde afuera. La vida es difícil tal como es y los aspectos del trabajo y la adoración de ella bajo el cristianismo la hace parecer más de lo mismo. No veo cómo la vida cristiana está supuesta a ser, de alguna manera, más maravillosa. Gracias por adelantado por su tiempo y por considerar mi pregunta.

Atentamente,

Lawrence

  • United States

Dr. Craig

Dr. craig’s response


A [

¡Muchas gracias por tu interesante e intrigante pregunta, Lawrence! Eso deja claro lo diferente que los cristianos y los no cristianos consideran ciertos aspectos de nuestras vidas. Hablemos del trabajo y de la adoración.

1. ¿Por qué es el trabajo prácticamente el centro de toda la vida? Tienes razón en recordarnos que, como cristianos, necesitamos desarrollar una teología del trabajo. En particular, tienes razón al señalar a Dios en los relatos de la creación como un ejemplo de alguien que trabaja antes de tomar un día de descanso como una enseñanza. Está claro que esto tiene la intención de proporcionar un modelo para nuestras propias vidas. Me encuentro algo fascinante de que en el relato de la creación Dios le dio a Adán trabajo que hacer completamente antes de que Adán cayera en pecado: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara” (Génesis 2.15). El trabajo es una actividad sagrada que caracteriza inclusive a una existencia sin pecado.

La manera en la que tú describes la existencia ideal, por contraste, de la forma que se entiende, es una visión hedonista de la vida, muy contraria a la visión bíblica. Un mundo “que gire alrededor del gozo, la exploración, diversión, el relajamiento y que proporcione una oportunidad para disfrutarnos los unos a los otros como seres humanos” suena como un sueño de un adolescente, pero en realidad sería una pesadilla. Un mundo que gire alrededor de placeres es una visión egocéntrica de la vida que es antitética a la responsabilidad, sacrificio, logro y al crecimiento en la virtud moral. Los agentes morales maduros nunca evolucionarían en un mundo como ese. Por lo tanto, el trabajo es un gran beneficio para el desarrollo humano, tanto en lo individual como en lo corporal. Ahora bien, por supuesto como señalas, las virtudes que se logran por medio del trabajo no son automáticas. “Muchas personas que trabajan más arduo y por más tiempo en la sociedad con frecuencia lo pueden estar haciendo por orgullo y competencia, como una forma de validar su autoestima (probablemente debido a que ellos no tienen una vida social) o por avaricia”. Pero eso no se debe a algún déficit inherente que haya en el propio trabajo. Eso se debe a la pecaminosidad humana, la cual pervierte incluso grandes bienes. Un teología cristiana del trabajo también implicará el motivo apropiado que debe haber para el mismo, por ejemplo servir al Señor con alegría y proveer para la familia de uno. Una teología del trabajo también tratará con la noción del llamado, la idea de que Dios me ha llamado a ser un plomero o un profesor o una ama de casa, o un agricultor. Cuando veo mi trabajo, por rutinario que sea, como un llamado de Dios que puedo hacer para Él, eso ayuda a uno a tener la motivación apropiada, en especial cuando le servimos con un corazón agradecido por todas las cosas buenas que Él no has dado en Cristo Jesús.

Sin embargo, el mencionar la pecaminosidad de los seres humanos sirve para recodarnos de que vivimos en un mundo caído en el que el trabajo se hace mucho más difícil. Otra vez, en el relato de la creación encontramos que después de la caída, Dios le dice a Adán: “maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida […] Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra” (Génesis 3.17, 19). Con frecuencia en un mundo pecaminoso, caído, el trabajo está corrompido por prácticas explotadoras, por salarios pobres, corrupción, opresión y discriminación. Por lo tanto, no es sorpresa de que “el grado al cual la vida está llena de trabajo monótono y rutinario constante todos los días parece ser asimétrico con cualquier bien que pudiera producir”. ¡O por lo menos con cualquier bien terrenal que pudiera producir (aunque tomando en cuenta nuestra perspectiva limitada, realmente no tenemos idea de las cosas buenas futuras que nuestro trabajo podría producir)! A medida que descargamos fielmente nuestro deber de proveer para nosotros y para nuestra familia y hacemos el trabajo que Dios nos ha llamado a hacer, lo hacemos sabiendo que esta vida terrenal es simplemente una existencia breve y transitoria que nos prepara para la vida después de la muerte, en la cual Dios recompensa en abundancia a las personas que le han servido fielmente. A los cristianos esclavos en Colosas, Pablo escribió, “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor” (Colosenses 3.23-24). El problema, Lawrence, es que estás pensando de esta vida terrenal como que es todo la vida que tenemos. Pero según la fe cristiana eso no es verdadero. Ahora bien, aprecio mucho que como una persona no cristiana esto podría sonar como castillo en el aire para ti, pero el punto es que si el cristianismo es la verdad, entonces esta es una perspectiva razonable del trabajo en un mundo caído. Sólo se necesita añadir que tenemos buenas bases en la historicidad de la resurrección de Jesús para nuestra esperanza.

2. ¿Adoración obligada? ¡No pude dejar de sonreír cuando leí tu segunda pregunta, Lawrence, ya que esto de nuevo ilustra la manera diferente en que los cristianos y los no cristianos consideran las cosas! ¿Podrías creer que me encanta adorar a Dios? ¡Es verdad! ¡Después de llegar a conocer a Dios y Su salvación durante mi adolescencia, encontré que cantarle alabanzas al Señor y orarle en la adoración corporal era algo tremendamente satisfactorio y emocionante! Él es mi Salvador, quien dio su vida en la cruz por mí, por una persona que no lo merecía como yo, para perdonar mis pecados, restaurarme a una relación correcta con Él y para darme la vida eterna. ¿Cómo no pudiera yo alabarle? ¿Obligado a adorar a Dios? ¡Nunca! Es mi gozo adorarle y también servirle.

Además, un poco de reflexión teológica revela que Él es el summon bonum, el mayor bien, el paradigma y la fuente de todo valor y amor. Él es, como enseñó San Anselmo, el ser más grande que se puede concebir. Por lo tanto, Él merece la adoración y devoción. Sospecho que tu problema, Lawrence, es que estás pensando de Dios, en las palabras del periodista británico, como una especie de “camarada o cuate”, y de hecho sería algo un poco temible si hubiera un camarada o cuate que demandara que le adoremos. Pero no hay nada de extraño o inadecuado con adorar al ser más grande que se pueda concebir, al Mayor Bien.

No estoy para nada ofendido por tus preguntas, Lawrence. Al contrario, las encuentro valiosas porque sirven como un vívido recordatorio de cuán diferente mira el creyente a Dios en comparación con el no creyente. Lo que principalmente hace al cristianismo grandioso es que es la verdad. Pero aparte de eso, el cristianismo le da a tu trabajo, aun cuando es incómodo, un significado y un valor eterno y te conecta al bien inconmensurable, el conocimiento del mismo Dios.

- William Lane Craig